CUÉNTAME VIII: España, la octava potencia industrial
Octubre de 2025En 1970, ignorante de lo que se viviría pocos años más tarde con la crisis del petróleo, la sociedad española cosechaba, no sin satisfacción generalizada, los frutos del enorme esfuerzo de modernización que se había venido haciendo en la década precedente. Aparte del descontento de grupos variados afectados por la represión social y política de una dictadura algo más atemperada por la obsolescencia y la presión internacional, la situación parecía de claro progreso, al menos material.
Uno de los aspectos más destacables de esta modernización fue el desarrollo industrial, asimétrico en muchas dimensiones, pero portentoso. Al inicio de la década de los sesenta prevalecía en la sociedad y los ámbitos oficiales la idea de que España era un país "eminentemente agrícola" (véase mi tribuna del EG nº 252 de junio). Diez años más tarde, el resultado de la transformación estructural de la economía y la sociedad no podía ser más brillante, dadas las duras condiciones políticas imperantes.
Según el relato oficial de alrededor del año 1970, en el que también inicié mis estudios universitarios de economía en la UCM, España era entonces la "octava potencia industrial del mundo". El peso de la industria se estimaba entonces en el 33% del valor añadido, mientras que en Alemania o Japón la industria representaba algo menos del 40% y el 45% del VAB, respectivamente. Sólo la industria manufacturera en Francia o EE.UU. representaba casi el 30%.
Pues sí, España era ya una potencia industrial, de productividad fuertemente en alza, si bien partiendo de un reducido PIB por habitante, salarios bajos y un peso todavía notable de la agricultura: el 12% del PIB (frente al 40% en 1960), mientras que en las grandes potencias industriales la agricultura se encontraba por debajo o muy por debajo del 5% del PIB. Los servicios, por fin, en todos los países avanzados de la época representaban entre el 50% y el 60% del PIB.
En realidad, en 1970, España era el duodécimo país del mundo por PIB en dólares corrientes, situado entre Australia y Holanda, y con un PIB de casi 41 millardos de dólares, algo más de 26 veces menor que la primera potencia mundial que era EE. UU., con un PIB de 1,07 billones de dólares. Japón y Alemania se disputaban entonces el segundo lugar, con un PIB unas cuatro veces menor que el de la primera potencia, y China figuraba ya en el séptimo lugar con un PIB algo superior a dos veces el español.
Hoy, la industria en España pesa un 14% del PIB y se encuentra en la posición vigésima del ranking mundial con un 0,95% de la producción manufacturera mundial, siendo China y EE. UU. las grandes potencias industriales, con respectivamente, el 27,7% y el 17,3% del total.
España no es ya la "octava potencia industrial" del mundo, pero sigue siendo la duodécima potencia económica por PIB en dólares corrientes que ya era en 1970 y su PIB es "solo" 17 veces menor que el de EE. UU., no 26 como hace medio siglo. Algo hemos avanzado. Mientras tanto, China ocupa ya el segundo lugar con un PIB que es 2/3 del americano; Alemania mantiene el tercer puesto, habiendo desbancado claramente a Japón que le disputa por debajo el cuarto lugar a la India. España prevalece, pero está muy cerca del peso de Corea del Sur, Australia y México.
No se tomen eso de la "n-ésima potencia industrial" muy al pie de la letra e interprétenlo como si estuviésemos comparando valor añadido bruto o PIB. En peso absoluto mejor que en otras métricas, porque estas comparaciones se complican adicionalmente si las hiciéramos en términos per cápita, o en paridades de poder de compra o tipos de cambio fluctuantes. Y se desvirtúan per se cuando nos damos cuenta de que en ellas se incluyen muchos pequeños países muy ricos o, todavía más, países medios y pequeños muy especializados en determinadas industrias manufactureras.
Otra razón de peso para ver la ratio industrial con reservas es que hace medio siglo las clasificaciones económicas captaban una realidad productiva que ya no rige desde hace bastante tiempo. Es decir, en 1970 las empresas industriales integraban multitud de servicios no industriales en su seno, y todo era industria.
Hoy, todos estos servicios se han externalizado en todos los países y computan como servicios, no como industria, eso sí "servicios avanzados". O, como también se les conoce, acertadamente, como "servoindustria".
Si les sirve de consuelo les diré, para finalizar, que España posee un sector de servo-industria con un apreciable número de compañías de ingeniería e infraestructuras que son líderes mundiales. Y también les contaré orgulloso que yo nací a la vida laboral en la octava potencia industrial del mundo. Eso sí, habiendo pasado antes por Calahorra.