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¿Educación financiera?: ¡educación a secas!

Octubre de 2025

Se cuenta una anécdota muy famosa que unos atribuyen a Joseph Kennedy (padre del presidente de EE. UU. y del fiscal general de EE. UU., ambos asesinados) y otros a John D. Rockefeller, el gran magnate del petróleo. El que fuera de los dos se va a limpiar los zapatos y el limpiabotas le aconseja en qué valores invertir en la Bolsa. "Si hasta los limpiabotas están invirtiendo en Bolsa y creen que es fácil ganar dinero", piensa, "eso es que esto está a punto de explotar". Sacó su dinero y evitó que le afectase el crash de 1929.

De ahí partimos. Durante varios meses este país se ha visto envuelto en una batalla financiera en forma de OPA: la presentada por el BBVA sobre el Banco Sabadell. Nunca antes una operación de este tipo se había presentado en sus aspectos técnicos con más desnudez a los tres grandes segmentos de la población: los accionistas de ambas entidades, los clientes y la población en general. Millones de personas. Los lectores de las continuas entrevistas a los principales dirigentes de los opantes y los opados han podido entremezclar sus respuestas con los informes de los organismos reguladores, la literatura paralela de analistas y periodistas especializados, y la publicidad pagada en los medios de comunicación. Se pasó así de las grandes cifras a conceptos más finos como, por ejemplo, el del fondo de comercio negativo (badwill) o la conversión de la prima positiva inicial en negativa, dependiendo de la evolución en Bolsa de los grupos bancarios. En otros casos, jamás se llegó a este nivel de exposición pública.

En su libro sobre los Fundamentos de economía financiera, David Cano pone otro ejemplo expresivo del camino recorrido: imagínese, lector, que yo le voy a regalar un millón de euros a usted. El problema es que no le descubro cuando voy a hacerle entrega de esa cantidad ni si tengo solvencia suficiente para poder hacerlo. Esa promesa sería menor si completo la información y le digo que el millón se lo voy a pagar dentro de medio siglo. O que mi intención es pagarlo dentro de tres meses pero que hoy no tengo, ni de lejos, esa cantidad de dinero. O si le pregunto qué importe estaría dispuesto a darme hoy para que dentro de un año yo le entregue ese millón de euros. Y si es dentro de cinco años, ¿me pagaría ahora más o menos?, ¿y si en lugar de ser yo es el Tesoro el que le va a hacer entrega de esa cantidad, pero dentro de 15 años?, etcétera.

Aunque quede mucho trecho que recorrer ha habido un avance en el proceso de adquirir conocimientos y habilidades reguladas que permitan administrar mejor el dinero y tomar decisiones económicas responsables y respetables. La educación financiera proporciona herramientas para tener un mejor control de la economía, reducir los riesgos y aumentar las oportunidades. En ese trance cuenta la visión holística que se va incorporando al estudio de la economía y de las finanzas. Lo cuenta Cano en el texto citado: frente a la "racionalidad" de las matemáticas se está pasando a la "emocionalidad" de nuestro cerebro. Éste, con sus casi cien mil millones de neuronas es una de las máquinas más complejas que existe. Y dice: el cerebro es un mal aliado a la hora de gestionar las carteras.

¿Decidiremos de modo racional, emocional o con parte de ambos sentimientos? En este momento reaparecen en nuestra argumentación los animal spirits keynesianos, al lado de los estudios de Robert Shiller sobre la exuberancia irracional de los mercados, o de Daniel Kahneman sobre la psicología aplicada a la economía.

Aunque la gran pregunta en la coyuntura en que está la geopolítica mundial y la política española es la de si no sería más oportuno hablar simplemente de "educación" a secas y no solo de "educación financiera".

Joaquín Estefanía, economista y periodista. Fue director del diario "El País"