Del riesgo tradicional al emergente: el desafío de la geopolítica en la banca
Septiembre de 2025
Se atribuye a Heráclito de Éfeso aquello de que "lo único constante es el cambio" y, si esta afirmación es cierta en la mayoría de los ámbitos de nuestra vida, lo es aún más en el ámbito financiero.
El sistema financiero, y muy especialmente la industria bancaria, ha protagonizado una transformación extraordinaria en los últimos diecisiete años.
Después del estallido de la gran crisis financiera que se desencadena con la caída de Lehman Brothers en Estados Unidos, cobró fuerza el discurso de aquellos que apostaban por un sistema bancario sometido a una regulación prudencial y contable más estricta, acompañado de prácticas más exhaustivas de supervisión y resolución. Además, en el caso europeo, estos mecanismos se consolidan y armonizan para aquellos países que se integran en la Unión Bancaria a partir del año 2014.
Desde entonces, la banca ha venido exhibiendo una mejora constante en el fortalecimiento de su salud, como vienen mostrando los últimos indicadores del "Risk Dashboard" que publica trimestralmente la Autoridad Bancaria Europea. La foto general que presenta la banca en 2025 es nítida: el sector bancario está adecuadamente capitalizado y cuenta con liquidez suficiente para hacer frente a los principales riesgos que gestiona.
Además de lo anterior, las entidades de crédito, especialmente las europeas, presentan ahora una posición más sólida en la generación de rentabilidad, motivada por un entorno de tipos de interés estructuralmente superiores a aquellos que veíamos hace pocos años. El incremento de márgenes y rentabilidades contribuye a una mejora en la confianza de los inversores, lo que ha dado lugar a un punto de inflexión respecto a las valoraciones bursátiles bancarias más débiles que conocimos en las últimas dos décadas.
Sin embargo, el futuro es un lugar incierto, y, como atribuíamos a Heráclito, lo único constante es el cambio. El entorno para la industria es hoy indiscutiblemente más complejo, y también lo es el mapa de riesgos que los órganos de gobierno de estas entidades se ven en la obligación de gestionar y también rentabilizar.
En este sentido, el Banco Central Europeo (BCE) ha incentivado el debate acerca de aquello que denomina los riesgos "unknown-unknown", que también podríamos definir como riesgos emergentes o riesgos no identificados y difícilmente cuantificables. El BCE abre, de esta forma, un abanico amplio de fenómenos cuya probabilidad de ocurrencia no es fácilmente predecible y con un impacto potencial muy elevado. De esta forma, aspectos como el cambio climático, los riesgos en la salud, los retos demográficos, las tensiones geopolíticas o las deficiencias en la ciberseguridad, ¿que claramente divergen en su conceptualización de los riesgos financieros tradicionales, pero con los que guardan una relación profunda e indisociable¿, se han ido abriendo hueco en la gestión del negocio y el riesgo bancarios.
Entre los riesgos emergentes, la creciente complejidad del entorno macroeconómico ¿marcado por conflictos bélicos, inestabilidad política, amenazas a la seguridad digital y tensiones comerciales¿ ha llevado al Banco Central Europeo, en su papel de supervisor bancario único, a impulsar una hoja de ruta para reforzar la vigilancia del riesgo geopolítico.
El problema con el que suelen enfrentarse las entidades bancarias es que, precisamente por tratarse de un riesgo novedoso, no cuentan con información histórica ni con metodologías que permitan identificar y medir estos riesgos. A diferencia de lo que ocurre con los riesgos financieros tradicionales, como por ejemplo el de crédito, ¿donde la experiencia del banco determina su capacidad para decidir la concesión de financiación a sus clientes y establecer su perfil de riesgo, determinar el "pricing" de las operaciones que concede, o establecer un nivel de provisiones adecuado a la pérdida esperada¿, en el riesgo geopolítico no existe un desarrollo tan amplio.
El avance en la identificación y la gestión del riesgo geopolítico, como la de otros riesgos emergentes, pasa por considerarlo un riesgo transversal. Es decir, en realidad no cabe hablar del riesgo geopolítico como un riesgo de nueva planta ¿o al menos no en lo que se refiere a sus implicaciones en el ámbito bancario¿, ya que su materialización solo se entiende como el desencadenante de otros riesgos financieros tradicionales que el sector ya gestiona, como los riesgos de crédito, mercado, operacional o liquidez, entre otros. Sin embargo, existen algunos retos en la gestión del riesgo geopolítico para la industria, de los cuales surgirán nuevas necesidades:
- Por un lado, será imperativo definir y conocer los canales de transmisión de estos fenómenos en el negocio bancario: es decir, los factores clave que permiten entender cómo impactan los episodios de estrés geopolítico en los mercados financieros, la economía real o la seguridad y la defensa, por un lado, y la materialización en riesgos bancarios tradicionales, por otro. Por ejemplo, el recrudecimiento de la guerra comercial y la imposición de aranceles limitan la capacidad exportadora en las geografías y sectores más afectadas por estas medidas y, desde un punto de vista bancario, ello puede desencadenar dificultades de pago en algunos acreditados.
- Adicionalmente, la simulación de escenarios teóricos, a través del desarrollo de pruebas de resistencia, permitirá a entidades y supervisores identificar el impacto potencial de un fenómeno al que, a falta de mayor concreción, será necesario atribuir umbrales de probabilidad e impacto. Este análisis permite evaluar la materialidad en el negocio bancario y la estabilidad del conjunto del sistema financiero.
La experiencia y el conocimiento que han atesorado las entidades de crédito en los últimos años de mayor presión regulatoria y supervisora invitan a ser optimistas sobre sus capacidades para gestionar estos nuevos riesgos. Esa inteligencia transformadora y su habilidad para adaptarse a un entorno en constante cambio han dejado atrás la imagen de "la banca aburrida" que acuñaba Paul Krugman en 2009. Hoy, la banca es cualquier cosa menos aburrida.