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Yo también me mudé a Madrid para trabajar

Junio de 2022
Los flujos migratorios entre provincias están estrechamente vinculados con las oportunidades laborales de los jóvenes universitarios en cada región, y están en el origen de los desequilibrios demográficos que resultan en el vaciamiento de la España interior. Gran parte de estos movimientos poblaciones vienen explicados por dinámicas económicas estructurales, como el desempleo y los procesos de concentración de la actividad en torno a grandes polos urbanos, por lo que resultará difícil frenar estas tendencias demográficas en el corto plazo.

A pesar de proceder de diferentes puntos de la geografía española (Albacete, Bilbao, Córdoba, Valencia, Valladolid, Vigo o Zaragoza), todos tenemos algo en común. Con menos de 30 años, abandonamos nuestros lugares de origen con el fin de estudiar un grado, un posgrado o buscar un trabajo en la capital. Si bien las migraciones dentro de España no son un fenómeno novedoso, sus consecuencias han adquirido recientemente una notable relevancia mediática e institucional, plasmado en el concepto de la "España vaciada".

Determinantes de los flujos migratorios internos de los jóvenes españoles

En primer lugar, centrémonos en lo que ha ocurrido, por ejemplo, entre 2017 y 2019. Un periodo que se caracteriza por un intenso crecimiento económico generalizado en todo el país, que propició la creación de alrededor de medio millón de empleos cada año. Durante ese tiempo, 34 de las 50 provincias españolas perdieron población joven (entre 16 y 29 años) en términos netos (diferencia entre los que llegan y se van). Las provincias del sur y del oeste peninsular, con Jaén y Cádiz a la cabeza, fueron las que más población joven perdieron. Por el contrario, 16 provincias recibieron jóvenes de manera neta, concentrándose el 88% del incremento en tres territorios: Madrid, Barcelona y las Islas Baleares.

Migraciones netas acumuladas por provincia durante 2017, 2018 y 2019
Fuente: INE

Asimismo, si se amplía el análisis al periodo comprendido entre 2008 y 2020, los resultados apenas varían y la mayoría de las provincias pierden población joven en beneficio de los mismos territorios. Poniendo de manifiesto que estos fenómenos demográficos no dependen exclusivamente de la coyuntura económica. Sino que responden a factores estructurales de la economía española en general y de las desigualdades regionales, en particular.

En efecto, se observa que la movilidad interregional de los menores de 30 años está muy negativamente correlacionada con la tasa de paro que afrontan los jóvenes en sus provincias de origen. Variable que explicaría alrededor del 40% de los flujos migratorios internos. Y es que, el desempleo de los jóvenes, si bien fluctúa durante el ciclo económico, es uno de los problemas estructurales y endémicos de la economía española. Incluso en los momentos de máxima creación de empleo como el actual, uno de cada cuatro jóvenes que desearía trabajar continúa en paro.

Relación entre el saldo migratorio interior de la población joven y la tasa de paro joven, 2017
Fuente: INE, Ministerio de Trabajo y Economía Social

De manera complementaria, si bien se observa que las migraciones internas de los jóvenes están negativamente correlacionadas con el PIB de cada territorio, el vínculo es más estrecho con la evolución del sector de servicios profesionales (actividades inmobiliarias, financieras, científicas, técnicas y administrativas).

El comportamiento regional de esta rama de actividad no responde tanto a la coyuntura económica, sino a las dinámicas estructurales de concentración de la actividad en determinados polos. Con el fin de aprovechar las economías de aglomeración (cercanía a grandes empresas, sedes de multinacionales, instituciones y organismos públicos, etc.).

En otras palabras, la progresiva concentración de los puestos de trabajo vinculados a los servicios profesionales en determinados puntos estratégicos propicia una migración de los jóvenes de toda España hacia esos polos. Esto, a su vez, atrae una serie de servicios complementarios y nuevos modelos de negocio, que consideran estas localizaciones como idóneas para operar dado el gran porcentaje de población joven, dinámica y de elevado poder adquisitivo. Todo esto refuerza el atractivo de estos territorios, lo que a su vez atraerá a más personas, prolongándose así el círculo virtuoso de las economías de aglomeración.

A la inversa, en los lugares de origen, tras haber invertido recursos en la formación de los jóvenes durante años, las instituciones regionales ven marchar a su capital humano antes de que este pueda aportar un retorno al tejido productivo local. Todo ello, resulta en un menor dinamismo económico y menos oportunidades laborales, lo que lleva a más jóvenes a partir, cerrándose así este círculo pernicioso.

Perfil de los jóvenes que migran de su provincia

La importancia de las actividades de servicios avanzados a la hora de explicar los movimientos interregionales de la población vendría corroborada por el hecho de que son los jóvenes con título universitario los más propensos a cambiar de provincia. Entre 2018 y 2019, la probabilidad de que un joven con formación universitaria migrara a otro territorio fue un 65% superior a la de otro joven con bachillerato o formación profesional y un 520% superior a uno con educación básica.

Posibilidad de que una persona joven migre a otra provincia por nivel de formación
Fuente: Microdatos Encuesta Población Activa (INE)

Los motivos detrás de esta realidad están claros: cuanto más formado esté un joven, más probabilidad tendrá de ganar un sueldo lo suficientemente elevado como para afrontar los costes asociados a la movilidad y a la vida en los grandes polos urbanos. A su vez, los incentivos a migrar son mayores entre los graduados universitarios puesto que, tras haber invertido años y recursos en su formación, estarán más acuciados por encontrar un empleo que justifique esa inversión en conocimiento, aunque ello requiera cambiar de lugar de residencia.

No obstante, lo que resulta especialmente llamativo no es la mayor movilidad de este colectivo en términos relativos, sino el tamaño de esos flujos en términos absolutos. De acuerdo con los datos de la Encuesta de Inserción a Titulados Universitarios (INE), durante el curso 2013-2014, uno de cada tres egresados (tanto de grado como de máster) cambió de provincia tras graduarse, y el 63% de ellos lo hizo por motivos laborales (para buscar empleo o por haberlo encontrado).

La inserción laboral es con diferencia la variable más determinante a la hora de explicar los movimientos migratorios de los titulados universitarios (en línea con la relación mostrada previamente entre tasa de paro joven y migración total de jóvenes). Así, un año después de terminar sus estudios, menos del 45% de los graduados en Andalucía, Castilla - La Mancha o Extremadura habían encontrado un empleo. Lo que contribuiría a explicar por qué más del 40% de ellos decidió marcharse a otra provincia en busca de mayores oportunidades. A la inversa, las relativamente buenas tasas de inserción de los graduados en La Rioja, Baleares, Cataluña y Madrid permiten a una mayoría de estudiantes trabajar en la misma provincia en la que han realizado sus estudios universitarios.

Inserción laboral de los titulados y porcentaje de los mismo que migraron respecto la universidad en la que estudiaron
Fuente: INE

Adicionalmente, del total de graduados en 2014, menores de 30 años (130.000 universitarios) que cambiaron de provincia (40.000 estudiantes), dos tercios fueron mujeres (25.000 estudiantes). Si bien la tasa de emigración es ligeramente superior en hombres (32%) que en mujeres (30%) jóvenes universitarias, el número total de graduadas (83.000 estudiantes) duplica al de graduados (47.000), lo que explicaría ese mayor flujo total de mujeres que cambian de provincia.

De las mujeres universitarias que cambiaron de provincia, el 23% había estudiado alguna carrera en la rama de educación y el 18% en ciencias de la salud. Por su parte, el 25% de los hombres que emigró había estudiado ingeniería y el 18% negocios o derecho.

No obstante, los datos parecen indicar que la propensión a emigrar está más vinculada con la rama de titulación que con el sexo del graduado. Así, los graduados con menor movilidad interna fueron aquellos que habían estudiado algún grado vinculado con la informática (22%), los negocios y el derecho (25%) o la educación (25%), mientras los más propensos a emigrar fueron aquellos en posesión de un título universitario vinculado con el sector primario (32%), las ciencias (30%), las artes y las humanidades (30%). En definitiva, cuanto más específicos sean los estudios, menor será la probabilidad de que existan suficientes salidas laborales en todas las provincias. De ahí, la necesidad de emigrar con el fin de conseguir un buen emparejamiento entre oferta y demanda de empleo.

En conclusión, este artículo ha tratado de vincular los flujos migratorios entre provincias, uno de los causantes de los desequilibrios demográficos, con las oportunidades laborales en cada territorio. Poniendo el foco en el colectivo de jóvenes con un título universitario, al ser ellos y ellas los protagonistas de este fenómeno. Los resultados muestran que, gran parte de estos flujos de migración interna vienen explicados por dinámicas económicas estructurales. Como el desempleo estructural y los procesos de concentración de la actividad en torno a grandes polos urbanos. Por lo que resultará difícil frenar estas tendencias demográficas en el corto plazo.

Javier Serrano es consultor del área de Economía Aplicada de Afi
Cristina García Ciria es consultora del área de Economía Aplicada de Afi