Ok, boomer
Junio de 2022Gro Harlem Brundtland, tres veces primera ministra noruega, directora general de la OMS, enviada especial de las Naciones Unidas para el Cambio Clim谩tico y fundadora de "The Elders", defini贸 el concepto de desarrollo sostenible, all谩 por 1987, en el Informe que le encomend贸 Naciones Unidas "Nuestro Futuro Com煤n" (m谩s conocido como Informe Brundtland). Y lo hizo en t茅rminos de reto intergeneracional, poniendo a las personas en el centro de la definici贸n: "el desarrollo sostenible consiste en satisfacer las necesidades de la generaci贸n presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades."
Hoy, treinta y cinco a帽os despu茅s de esa concepci贸n del futuro que ya es hoy, nos encontramos en una suerte de encrucijada. 驴Estamos siendo capaces de satisfacer nuestras necesidades sin comprometer el futuro de las pr贸ximas generaciones, de la generaci贸n actual, de las personas nacidas en el siglo XXI?
Un anacronismo se refiere a algo que no se corresponde o parece no corresponderse con la 茅poca a la que se hace referencia. El contrato social vigente - el del Estado de Bienestar al que Espa帽a se incorpor贸 tarde- bien merece una actualizaci贸n, porque el mundo ha cambiado, est谩 cambiando y m谩s que va a cambiar. Y estas transformaciones han modificado las hip贸tesis que sustentan, no tanto los preceptos, sino m谩s bien los resortes y algoritmos de nuestro contrato social. Una revisi贸n en t茅rminos de sostenibilidad, de desarrollo sostenible, de reto intergeneracional.
Ya no vivimos apenas unos a帽os m谩s tras la fecha de jubilaci贸n, sino que esa vida "de retiro activo" es afortunada y crecientemente extensa. En Espa帽a dura de media dos d茅cadas y es muy susceptible de necesitar cuidados, especialmente en el caso de las mujeres que, si bien viven m谩s a帽os que los hombres, lo hacen con peor salud.
Las personas j贸venes hoy (incluidas las adolescentes) ejercen eminentemente dos roles: estudiantes y consumidores, sin reconocimiento a muchos otros de los que cabr铆a pensar que ya son merecedores, como el derecho a emitir su opini贸n y que esta sea tenida en cuenta. A ejercer el derecho al voto, en definitiva. Esta ausencia de voz y voto directo, no intermediado o traducido por adultos no es inocua. Provoca que los asuntos que les habr铆an de situar como protagonistas, que les condicionan sus capacidades para satisfacer sus necesidades presentes y futuras, est茅n muy ausentes de las agendas.