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¡Todos contra el fuego! No queméis lo que es vital

Febrero de 2024
Los incendios forestales son el principal riesgo de los bosques, y sus consecuencias tienen implicaciones sociales, ambientales y económicas. Sus impactos afectan al desarrollo sostenible de zonas forestales. Para combatir este problema es fundamental la gestión forestal sostenible y desarrollar políticas e incentivos que promuevan la movilización de flujos de inversión en el ámbito forestal, y así catalizar una transformación verde, inclusiva y sostenible.

El título de este artículo fue el eslogan de una campaña publicitaria de la década de los 90 del siglo pasado realizada por el Gobierno de España de la que se desprende que los incendios forestales ya se consideraban entonces un riesgo vital porque sus consecuencias tienen una repercusión, directa e indirecta, en el desarrollo de muchas actividades económicas como la industria forestal y la ganadería, además de su impacto en la salud de las personas.

Número de incendios forestales en España entre 1961-2019
Fuente: EpData, 2023

Según el último informe sobre el estado de los bosques realizado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), los bosques a nivel mundial ocupan un total 4.060 millones de hectáreas, un 31% de la superficie terrestre. Los ecosistemas forestales son fuente de recursos, de biodiversidad y son fundamentales para la mitigación del cambio climático, pero se encuentran amenazados por la intensidad de dicho cambio global y de otras transformaciones socioeconómicas que derivan en un abandono de las áreas forestales motivado por causas, muchas de ellas, difíciles de cuantificar.

Sin embargo, en lo que sí existe cierto consenso es en que el principal riesgo para los bosques son los incendios forestales. A nivel mundial, (FAO, 2022). Las variables que intervienen en esta situación son muchas y diversas, pero, sin duda, el cambio climático se posiciona como un acelerante eficaz para el fuego. El incremento de la temperatura y la disminución de la humedad atmosférica intensifican la virulencia y la propagación de los incendios forestales, haciendo más difícil su extinción y propiciando un aumento de la superficie quemada. Por ejemplo, en el periodo 2019-2020 fuimos espectadores del gran incendio australiano que llego a quemar 10,2 millones de hectáreas. En España, durante el verano del 2022, el territorio de Castilla y León sufrió dos megaincendios que arrasaron más de 50.000 hectáreas (un equivalente a 50 mil campos de fútbol).

Número de grandes incendios (más de 500 hectáreas) registrados en España
Fuente: EpData, 2023

Las consecuencias de los incendios forestales afectan a diferentes dimensiones y, en muchos casos, pueden llegar a tener efectos en la vida de las personas. Según un estudio de la FAO sobre la población vinculada al sector forestal, el 75% de la población rural mundial vive a menos de un kilómetro de un bosque y, por general, son zonas deprimidas o pobres cuya principal fuente de sustento son los recursos procedentes de la zona forestal. En estas situaciones, un incendio puede ser crucial para el desarrollo de las poblaciones rurales.

Desde un enfoque ambiental, durante el incendio se generan emisiones a la atmósfera, contribuyendo a las emisiones de gases de efecto invernadero. Pero los efectos ambientales más importantes se suceden después del incendio forestal: erosión, pérdida de suelo, contaminación de agua y pérdida de biodiversidad.

Desde el enfoque económico, las consecuencias de los incendios forestales tienen dos vertientes. La primera es el impacto económico en la actividad asociada al monte. La Federación Asturiana de Empresarios cifró en 100 millones de euros las pérdidas vinculadas a las hectáreas quemadas durante los incendios del 2022. Estás pérdidas están asociadas a los servicios ecosistémicos del bosque, tales como pérdidas en los servicios de abastecimiento vinculados con los productos madereros, que nutren a la industria forestal, o los productos no madereros, como los frutos (castañas, piñones, nueces, por mencionar algunos de relevancia gastronómica); pérdida de calidad en los servicios reguladores -calidad del agua, sumideros de carbono o calidad del aire-; y pérdidas en los servicios culturales-actividades recreativas, turísticas y salud. La segunda derivada económica está relacionada con el coste que asumen las administraciones vinculadas a las catástrofes ambientales que en el año 2022, según un informe elaborado por el Banco Mundial y la Comisión Europea, asocia a los incendios forestales daños cuyo costes se estiman en 2.000 millones de euros. Otro estudio realizado por el Gobierno de Navarra concluye que los gastos asociados a sofocar un incendio forestal suponen unos 10.000 euros por hectárea.

Las causas de los incendios forestales son varias y de diferentes características. El abandono rural; un desarrollo industrial deficiente, desigual y obsoleto; escasa rentabilidad a corto plazo; complejidad de los trámites administrativos; problemas vinculados a la titularidad de la propiedad forestal (diferencias entre propiedad pública y privada) y dificultades para la gestión forestal (MITECO, 2022 y FAO, 2022). Esta amalgama de circunstancias ha derivado en un desinterés por las cuestiones forestales, cuyo resultado son montes con gran cantidad de material incendiable (madera, restos de ramas secas, entre otros), lo que aumenta la probabilidad de generar un gran incendio forestal con las consecuencias asociadas comentadas en este artículo.

La solución a este problema es la gestión forestal sostenible. Es la mejor herramienta para disminuir la intensidad, virulencia y número de incendios forestales. Pero debe ir acompañada de políticas que faciliten la gestión y el aprovechamiento forestal, de una contabilidad adaptada a las características del sector, de incentivos fiscales, del fomento de nuevas formas de asociación, de la promoción de la innovación y la introducción de los desarrollos tecnológicos. Todo ello, con el fin de generar un entorno que posibilite la entrada de nuevas fuentes de financiación verde que catalice la transformación del sector forestal y lo posicione en el estandarte del desarrollo económico verde, inclusivo y sostenible. De esta manera, se evitarían muchos incendios forestales, manteniendo o, incluso, aumentando la superficie de nuestros bosques, nuestra fuente de vida.

Ana Rodríguez Olalla, consultora de Afi