Uso de cookies

Este sitio web solo utiliza cookies tcnicas propias obligatorias con la finalidad de hacer que su navegación sea segura.
Asimismo, utiliza cookies de terceros opcionales para hacer análisis estadístico de las visitas a la web y conocer su usabilidad.
Si desea más información o cambiar la configuración de su navegador, puede visitar nuestra Política de Cookies.
Pulse el botón "Rechazar cookies opcionales" o "Aceptar todas las cookies" para confirmar que ha leído y aceptado la información aquí presentada.

Afi, 30 años en las finanzas españolas (ii)

Diciembre de 2018
Segundo capítulo de la historia de Afi, donde vemos el desarrollo de la entidad bajo el paraguas de Gesmosa, su independencia de la misma y su constitución como la consultora tal y como se conoce hoy en día, con la creación de la Escuela de Finanzas y su traslado a la sede de Marqués de Villamejor.

Si la «inmersión» en el sector eléctrico de los futuros fundadores de Afi fue accidental, no puede decirse lo mismo de la línea de investigación principal que siguió en los años siguientes: los patrones de comportamiento de los tipos de cambio y en general de las variables precio más relevantes de los mercados financieros internacionales y sus implicaciones sobre los mercados domésticos.

Esas líneas iban a encontrar un terreno abonado en unas entidades financieras españolas que, al calor de la apertura exterior de la economía española -la incorporación a la Comunidad Económica Europea en 1986 supuso un claro impulso en ese sentido-, comenzaban a percibir la necesidad de intensificar su operativa en dichos mercados, en un contexto adicional de creciente necesidad de modernizar sus estructuras de negocio.

Gesmosa y las cajas

A mediados de la década de los 80, Gesmosa, Gestión Monetaria S.A., sociedad de intermediación en los mercados monetarios, junto con Gesinca, Gestión de Estudios e Inversiones S.A., gestora de activos financieros, vertebraban una parte significativa de la gestión financiera realizada por algunas cajas de ahorros españolas.

Fue precisamente el director general de Gesmosa, Javier Soriano, quien tuvo mucho que ver en la creación de Afi, ya que fue el que pidió a Emilio Ontiveros, junto con un equipo vinculado a la Universidad, que se comenzaran a realizar una serie de informes sobre los mercados financieros.

Este trabajo gustó, y mucho, a la dirección de Gesmosa, que no dudó en desembolsar, a finales de 1987, los treinta millones de pesetas de capital social (menos de ciento ochenta mil euros al cambio) con que se creaba Afi. Arrancaba con un equipo de solo 5 personas, entre los que se encontraban los tres profesores de la Autónoma.

El nacimiento de Afi fue un hecho el 3 de diciembre de 1987, acrónimo que deriva del nombre con el que fue constituida la empresa: Analistas Financieros Internacionales.

La evolución de Afi

Dado que la naturaleza de los productos/servicios que ofrecía Afi era «intangible» y no observable ex ante, los atributos fundamentales para su buena aceptación por un mercado debían ser, sobre todo, la flexibilidad y capacidad de adaptación y anticipación a las necesidades de sus clientes. Unos atributos, en suma, que iban a definir una nueva profesión: la consistente en producir análisis, opinión, asesoramiento y consultoría para su comercialización directa en una relación de gran proximidad con sus destinatarios o clientes.

La determinación utópica con la que Emilio, Ángel Berges y Paco Valero se marcaron los objetivos dieron sus frutos, y Afi fue adquiriendo una credibilidad en sus análisis y opiniones sobre los mercados financieros que fue «comprada» por una cada vez más amplia gama de clientes. Esto propició que Afi se convirtiera en «la perla de Gesmosa», tal y como la definirían los propios empleados de la sociedad.

La creación de Ahorro Corporación, resultado de la fusión entre Gesinca y Gesmosa, motivada por la entrada en vigor en 1989 de la reforma de las bolsas de valores, marcó el rumbo estratégico de la compañía durante la década de los noventa. En el grupo resultante, Afi centralizó toda la producción de análisis, tanto para su comercialización externa como para el consumo interno del grupo, en especial de la sociedad de valores y de la gestora de instituciones de inversión colectiva.

Afi cambió de sede, mudándose desde la primera ubicación en la calle Caracas a la calle Virgen de los Peligros, con un equipo que se fue incrementando hasta superar las 30 personas a comienzos de la década de los noventa.

Sin embargo, este equilibrio con Ahorro se mantuvo solo tres años. En un clima de entendimiento y excelente interlocución, el núcleo de profesionales con mayores responsabilidades en la gestión de Afi compró en 1992 un 50% del capital, con una representación similar en el Consejo de Administración. La decisión de involucrar a los principales profesionales de Afi mediante la condición de socio, de hecho, iba a convertirse en uno de los pilares fundamentales de la política de recursos humanos en cuanto a retención del talento.

El lanzamiento de nuevas líneas de actividad tomó entonces una gran importancia estratégica que se iba a ver reforzada mediante la constitución de unidades empresariales jurídicamente diferenciadas e independientes en su gestión y en las se mantuvo la presencia accionarial de los principales profesionales.

La nueva organización societaria requería un cambio de ubicación que independizara a Afi de Ahorro, no solo teóricamente, sino también en el entorno físico. La mudanza se realizó a la calle Españoleto, donde se estableció la consultora y un piso para aulas, decisión que marcará uno de los grandes hitos en la vida de Afi: la creación de la Escuela de Finanzas Aplicadas. La actividad docente iba a ser, a partir de 1994,la segunda actividad formal, dado que hasta entonces el análisis y la consultoría financiera habían monopolizado las funciones de los miembros de Afi. La Escuela ocupa desde entonces un nicho de referencia en España.

Afi en la actualidad

Pese a la desaparición de muchos de sus clientes, Afi siguió creciendo y desarrollando su actividad (su mejor registro de ingresos, de hecho, lo va a conseguir en 2018). Este incremento del negocio supuso que, en el verano de 2015, Afi trasladara su sede a la calle Marqués de Villamejor, en el barrio de Salamanca, dado que el edificio de Españoleto había comenzado a quedarse pequeño.

Con más de 150 empleados, Afi ha asentado su posicionamiento en el mercado español e internacional y con un nuevo consejero delegado, Borja Foncillas (director del área de desarrollo), apunta hacia la deriva tecnológica sobre la que cada vez se asienta más el servicio de consultoría hoy en día.

Óscar Ibáñez es socio del área de Servicios Financieros de Afi.