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Tengamos un plan

Octubre de 2022

El periodo de incertidumbre que arrancó en marzo de 2020 supuso, entre muchas otras cosas, y ciertamente más terribles, la imposibilidad de hacer ningún tipo de planes. Ni de corto, ni de medio ni de largo plazo. Ni de fin de semana, ni de fin de curso, ni de verano ni de fin de año. También supuso la cancelación o, en el mejor de los casos, el diferimiento de los planes ya previstos a un momento en un futuro entonces indeterminado.

El periodo de confinamiento y de limitaciones a la movilidad también supuso, para los hogares cuyos ingresos no se vieron afectados de forma negativa, un aumento de la función de ahorro, en gran medida por la imposibilidad de realizar toda la gama de actos de consumo deseados, así como por motivos precautorios.

De vuelta a la normalidad, hemos recuperado nuestra capacidad de planificar todo tipo de actividades, incluida la planificación de nuestras finanzas personales. Esta modalidad de planificación, siendo la más importante, es probablemente la que más pereza nos causa. ¿Cuál será el motivo? ¿Es porque hablar y pensar sobre nuestro dinero es tabú? ¿Es porque lo fiamos todo a la capacidad de las finanzas públicas, que son de todos? ¿Es porque no sabemos muy bien cómo hacer este tipo de planes?

Planificar es sinónimo de prepararse, de prevenir, de anticipar. Obviamente, no es lo mismo planificar las finanzas personales en un contexto de abundancia y de holgura que en uno de escasez y estrechez en el que la atención está puesta en tratar de llegar a final de mes. En uno y otro caso, sin embargo, planificar es importante, y para sendos casos existen herramientas y métodos disponibles para acompañarnos en ese proceso.

En el mes que acoge la celebración del Día de la Educación Financiera en España, desde Empresa Global

Y tú, ¿planificas o improvisas?

Portada (hof12): Opciones variables de cupertino.