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Mitos y falacias III: la "solución" natalista de las pensiones

Abril de 2022

Hay muchos motivos por los que las mujeres y sus parejas deciden libremente tener hijos. La voluntariedad, en principio, debería determinar que todos estos motivos sean felices o felicísimos. Pero algunos economistas y otros científicos sociales, aunque habría que dudar de su veta científica, han logrado persuadir a una parte nada despreciable de ciudadanos y actores políticos de que una de las mejores soluciones para resolver el problema de las pensiones es la de aumentar la natalidad.

En este caso, nos encontramos ante un mito muy extendido que, sin llegar a ser una falacia, pues creo que sus defensores actúan de buena fe, introduce en el debate elementos con los que, personalmente, me siento muy incómodo. Como entiendo deberían sentirse los amantes de la libertad a la hora también de adoptar las decisiones reproductivas.

En corto, la tesis de estos arbitristas contemporáneos es la siguiente: si cada vez hay más pensionistas (si bien no se preguntan aquellos por qué hay cada vez más pensionistas) y es cada vez menor el número de afiliados por cada pensionista, ¿por qué no aumentamos la natalidad de forma que la ratio se mantenga adecuadamente elevada? Para más INRI, añaden: y si no se puede aumentar la natalidad pues aumentemos la inmigración.

Me apresuro a decirlo, me parece magnífico que nazcan niñas y niños y que vengan inmigrantes (no me pidan, por favor, que escriba el femenino de "inmigrantes"). Los niños hacen felices a sus mamás y a sus papás y los inmigrantes aportan enormemente a la economía. Y ambos aportan enormemente a la sociedad.

Pero no creo, en absoluto que sean la solución al "problema" de las pensiones. Es más, como no logremos identificar las buenas soluciones al "problema" de las pensiones y solo se nos ocurra acudir a la natalidad o la inmigración vamos a crear todo un universo de problemas.

Tenemos un problema de las pensiones, y no solo en España, por la combinación de dos circunstancias que se componen como una deuda y un tipo de interés elevado para complicarnos la vida exponencialmente cada año que pasa. Y, entre estas circunstancias, no está la falta de niños.

En primer lugar, está la circunstancia, generalmente aceptada de muy buen grado por todos los mortales, que son los más afectados (los inmortales no suelen preocuparse por esto), de que cada vez vivimos más. Tanto que la esperanza de vida a los 65 años, que era de 9,1 años (unisex) en 1900 en España, es hoy de 21 años. Noten de paso que la edad de jubilación no ha cambiado desde entonces y que las carreras laborales hace 120 años eran sensiblemente más largas que las actuales.

En segundo lugar, está la circunstancia, un tanto desgraciada, porque se debe no a la virtud, como la anterior, sino a la torpeza, quiero pensar que bienintencionada, de los políticos, de que tenemos en el sistema de pensiones públicas una fórmula de cálculo de la pensión que, silenciosamente, es explosiva.

La fórmula explosiva es del tipo "prestación definida", porque calcula la primera paga de la pensión de jubilación (de la que se deducen todas las demás hasta el fallecimiento del pensionista) en función de una especie de "salario pensionable" (la base reguladora de la pensión) sin tener en absoluto en cuenta ni las cotizaciones efectivamente pagadas ni la esperanza de vida de los beneficiarios.

Combinando estas dos circunstancias, nos daremos cuenta enseguida de que Hoy, para el conjunto del sistema, las pensiones de jubilación retornan a sus beneficiarios, en media, 1,7 euros por cada euro cotizado. Con el aumento de la esperanza de vida, esta ratio solo puede crecer.

También se darán cuenta de que no hemos hablado de niños ni de inmigrantes en toda esta explicación. No es necesario. Habrá quien piense que, si hubiera más niños o inmigrantes, daría "un poco" (yo también sé poner coletillas) igual lo del 1,7 porque siempre habría más afiliados con cuyas cotizaciones pagarles las pensiones a los jubilados.

¡Exacto amiga lectora (el gran Forges siempre decía que las chicas leen más), pienso como tú! Que a estos niños o inmigrantes devenidos cotizantes a los que desplumaríamos, habría que pagarles más adelante sus pensiones... a razón de 1,7 euros por cada euro cotizado, ¿no? ¿O les pagaríamos 0,75 euros por cada euro cotizado?

Podría enunciarse un teorema con todo lo anterior que destrozaría el mito de la "solución" natalista de las pensiones. Con las fórmulas explosivas que tenemos, y que nos resistimos a cambiar, más niños e inmigrantes, a largo plazo, solo agravarían el problema del déficit de las pensiones. Es más, podríamos provocar una hecatombe global, porque si lográsemos calibrar el número creciente de efectivos para que cuadraran las cuentas del sistema acabaríamos duplicando la carrying capacity del planeta tierra sin conseguirlo. Les recuerdo que muy poco expertos situarían la carrying capacity del planeta hoy por encima de los diez mil millones de almas, y bajando. Ya somos casi ocho mil millones en el mundo.

Cada vez que escucho a un responsable político hablar del fomento de la natalidad para resolver el problema de las pensiones, o para cualquier otro propósito, me desmayo. Y salen, de estos, varios todos los meses. Pues creo firmemente en la plena libertad de las mujeres y sus parejas para tomar sus decisiones reproductivas sin que vengan pequeños dictadores benevolentes a decírselo.

José Antonio Herce es socio de LoRIS