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La importancia de la S

Febrero de 2022 La Unión Europea ha emprendido el camino de avanzar en la creación de una taxonomía común que asegure el carácter social y estandarice la información, pero queda camino por recorrer.

La igualdad de género, la inclusión de personas con discapacidad, la formación continua, la conciliación y el bienestar, y en definitiva la mejora continua de las condiciones laborales ha sido una clara demanda social que gobiernos y empresas han ido impulsando, con mayor o menor éxito en los últimos años.

La pandemia, como con muchas otras cosas, ha servido de revulsivo para priorizar estos aspectos de clara demanda social, haciendo aún más evidente que la exclusión social y financiera, la desigualdad, y la necesidad de más y mejores empleos, son parte de nuestra realidad y no algo que sucede en terceros países.

El año 2020 ha dejado signos esperanzadores sobre la creciente relevancia que adquieren estos aspectos sociales, presentes en ámbitos tan tangibles como dónde se invierte el dinero y qué piensan los que invierten.

Las inversiones de impacto social presentaron un incremento significativo, según datos de Climate Bonds Initiative publicados por Spainsif. A título ilustrativo, el volumen en bonos de temática social del primer semestre del 2021 fue cuatro veces más que el del mismo periodo del 2020.

Por otra parte, la carta anual del máximo ejecutivo de BlackRock a los CEO, en la que destaca el impacto de la pandemia en las relaciones entre empleados y empleadores, de las necesidades de los empleados y la importancia de que las empresas tengan en cuenta estas demandas como camino para obtener mejores resultados. En ella apunta expresamente que su análisis interno revela que las empresas que gestionaron mejor el nexo con sus empleados han visto menores niveles de rotación y mayores retornos. Deja asimismo planteadas preguntas concretas sobre aspectos que tendrá en consideración su firma: acciones para estrechar el vínculo con los empleados, entorno seguro que propicie la diversidad y medidas para adaptarse a las nuevas demandas, entre otros aspectos.

La Unión Europea ha emprendido el camino de avanzar en la creación de una taxonomía común que asegure el carácter social y estandarice la información, pero queda camino por recorrer. Medir y estandarizar aspectos sociales entraña complejidad.

Esperemos que el efecto acelerador generado por la pandemia se mantenga, más allá de la ya consolidada estrategia de excluir inversiones en armas, tabacaleras o entidades con prácticas poco solventes, y que en el ínterin avance a buena velocidad la concreción de una Taxonomía Social europea.

Con la esperanza puesta en que el año nos depare más inversiones de impacto social, es estimulante ver que somos capaces de hacer que el dinero vaya donde más nos beneficia como sociedad.

Adriana Scozzafava es directora general de Fundación Afi.