Uso de cookies

Este sitio web solo utiliza cookies técnicas propias obligatorias con la finalidad de hacer que su navegación sea segura.
Asimismo, utiliza cookies de terceros opcionales para hacer análisis estadístico de las visitas a la web y conocer su usabilidad.
Si desea más información o cambiar la configuración de su navegador, puede visitar nuestra Política de Cookies.
Pulse el botón "Rechazar cookies opcionales" o "Aceptar todas las cookies" para confirmar que ha leído y aceptado la información aquí presentada.

Trabajo remoto y comercio de tareas

Septiembre de 2020 Las mismas plataformas tecnológicas que nos permiten trabajar desde casa también pueden facilitar el surgimiento de un mercado laboral de envergadura global.

Los gurús empresariales se encuentran ocupados pregonando el fin del trabajo de oficina, del comercio minorista tradicional, y de la globalización. Así de contundentes son sus vaticinios. El problema de este tipo de exageraciones sin fundamento es que alguna que otra empresa pueda tomárselas en serio y cometer todo tipo de imprudencias estratégicas. No cabe duda de que esta crisis acelera tendencias relacionadas con el uso de la tecnología, pero de ahí a asumir que todo va a cambiar va un trecho.

Consideremos la rápida transición hacia el trabajo remoto por al menos una tercera parte de los trabajadores. Evidentemente, esta tendencia responde a una situación de emergencia. No creo que se cierren los centros de trabajo permanentemente y todo el mundo continúe trabajando desde el hogar, sobre todo dados los problemas que acarrea tanto para la persona (aburrimiento, soledad, estrés) como para la empresa (problemas de motivación, coordinación y productividad). Tras los últimos meses son ya muchos los trabajadores remotos que añoran el medio social de la oficina.

Como estudiante de la globalización, me preocupa otro aspecto del trabajo remoto. Si un puesto de trabajo se puede desempeñar desde el hogar, también se puede desempeñar desde cualquier otro lugar, dentro y fuera del país donde se sitúan empresa y trabajador. Los economistas acuñaron el término comercio de tareas para referirse a los flujos intermedios en la producción de bienes y servicios por parte de cierto número de trabajadores situados en distintos países. Este fenómeno comenzó en los años ochenta con la subcontratación de ingenieros de software en países emergentes para que realizaran sus labores en colaboración con ingenieros en Estados Unidos o en Europa. Más recientemente, radiólogos en mercados emergentes encontraron trabajo interpretando radiografías tomadas a pacientes en los países más avanzados del mundo.

Estos ejemplos indican cuáles son los riesgos de una posible generalización permanente del trabajo remoto. Las empresas podrán contratar al talento más adecuado para el puesto de trabajo al mejor precio, con independencia de la geografía. Las mismas plataformas tecnológicas que nos permiten trabajar desde casa también pueden facilitar el surgimiento de un mercado laboral de envergadura global.

Como en todo mercado global, habrá ganadores y perdedores. Las personas con destrezas y conocimientos únicos o escasos podrán encontrar trabajo a un salario elevado, mientras que aquéllas que carezcan de algún elemento diferenciador lo tendrán más difícil. En el caso de las personas con elevados grados de educación y de experiencia, podría darse en un mercado de trabajo global una situación en la que los salarios para los puestos de trabajo más sofisticados cayeran hasta los niveles en el país con los salarios más bajos. Es decir, se produciría una carrera hacia el fondo. Es por ello que es necesario lanzar una advertencia a los trabajadores de los países más avanzados, que también son los que disfrutan de salarios más elevados: mucho cuidado con el trabajo remoto y el comercio de tareas.

Mauro F. Guillén es catedrático de Dirección Internacional de la Empresa en la Wharton School, así como miembro del Consejo Académico de Afi Escuela de Finanzas