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Un único objetivo... igualdad

Febrero de 2019 Mi único objetivo es tratar de fomentar "la igualdad de oportunidades" y poner como ejemplo a mujeres que han contribuido con su trabajo a que esto sea una realidad.

Como todo movimiento social e ideológico en la historia, siempre se produce debate, gente a favor y gente en contra, radicalismos y posiciones más moderadas. Y como en todo en la vida, «nunca llueve a gusto de todos».

Nunca como en el último año he leído tanto sobre «feminismo», «igualdad», «machismo», «brecha de género», «techos de cristal» y no sé cuántos términos e ideas asociadas a estos conceptos. Hasta el punto en que muchas industrias lo están convirtiendo en un negocio, en una fuente de ingresos.

Cuando decidí escribir esta Tribuna mensual, solo me motivaba una cosa, que sigue siendo la misma hoy en día. Creo que siempre es importante saber el objetivo que nos mueve a hacer algo y no perder el foco. Mi único objetivo es tratar de fomentar «la igualdad de oportunidades» y poner como ejemplo a mujeres que han contribuido con su trabajo a que esto sea una realidad.

Lo importante no es la decisión que las mujeres o los hombres adopten sobre a qué quieren dedicar su vida, lo importante es que todos tengan el mismo abanico de posibilidades sin restricciones, sin miedos, sin temores externos e internos, sin cargos de conciencia y por ello tenemos que romper muchos estereotipos creados a lo largo de los siglos. Y no va a ser fácil, no es una guerra que se gana en una batalla, es un ejemplo continuo, diario, de pequeñas cosas, detalles, gestos... «sin excentricidades».

Las palabras del discurso de Glenn Close en la entrega de los Globos de Oro, donde comentó que su madre a los 80 años siente que su vida está vacía tras dedicarla al cuidado de su marido y no haber conseguido ningún logro significativo, «ponen los pelos de punta». Y, tristemente, me recuerdan a una de las personas por las que yo he empezado a adoptar una posición activa sobre la igualdad, mi abuela Matilde. Actualmente, con 90 años y luchando contra el alzhéimer, aún sueña con que tiene que ir al colegio. Mi abuela me ha contado en muchas ocasiones su historia. De pequeña a ella le encantaba ir al colegio, quería seguir estudiando y se le daba muy bien, pero en su familia no había recursos para que todos los hermanos fueran al colegio, con lo cual su padre decidió que debía estudiar el hijo varón, a pesar de que era peor estudiante y no sacaba tan buenas notas. Dinero que no sirvió para nada porque nunca hizo carrera con sus estudios. Aún a pesar de dejar el colegio a una temprana edad, mi abuela siempre ha sido muy hábil con las matemáticas y, con mucho trabajo y esfuerzo, consiguió que mi madre fuera a la universidad hace más de 45 años, lo cual no era tan habitual en un pueblo de 500 habitantes de Asturias. Gracias a su esfuerzo y a sus ideas, ha cambiado el destino de las siguientes generaciones de su familia, especialmente el de las mujeres. ¡Gracias abuela!

Con esto no quiero decir que todo el mundo tenga que estudiar, ni que ir a la universidad nos prepare mejor para la vida, lo que quiero reivindicar es que niños y niñas deberían de tener las mismas opciones para poder tomar sus propias decisiones.

Comienzo el año 2019 con optimismo, viendo que las cosas están cambiando y, tras esta reflexión, prometo seguir los próximos meses mostrando ejemplos de mujeres e iniciativas que están transformando nuestras vidas.

¡Gracias a tod@s por vuestros comentarios!

Mónica Guardado es Directora General de Afi Escuela de Finanzas