Uso de cookies

Este sitio web solo utiliza cookies técnicas propias obligatorias con la finalidad de hacer que su navegación sea segura.
Asimismo, utiliza cookies de terceros opcionales para hacer análisis estadístico de las visitas a la web y conocer su usabilidad.
Si desea más información o cambiar la configuración de su navegador, puede visitar nuestra Política de Cookies.
Pulse el botón "Rechazar cookies opcionales" o "Aceptar todas las cookies" para confirmar que ha leído y aceptado la información aquí presentada.

«Caddy»

Julio de 2018 El caso de Caddy Adzuba es el de una mujer que ha entendido mejor que nadie eso de que quien puede alzar la voz y hacer algo, tiene el deber moral de hacerlo.

Hace unos días en México, presentándome ante un grupo de personas, alguien me preguntó de dónde era de España. Y como todos mis paisanos, con una sonrisa orgullosa dije: «de Asturias». Y rápidamente una persona del grupo comentó: «ahí es donde se dan esos premios tan importantes...» y como ustedes pueden imaginar, los siguientes minutos de la conversación giraron en torno a los actuales Premios Princesa de Asturias.

Esto me hizo pensar en cuando era niña, y en que siempre vivíamos con mucha expectación el día de entrega de los premios, porque la comitiva real pasaba por delante de mi casa.

Supongo que por este hecho de la infancia y por lo que para todos los asturianos representan estos Premios, siempre he seguido muy de cerca los nombramientos de los galardonados. Y, si el mes pasado les hablaba de una mujer premiada con el Premio Nobel, esta vez quiero acercarles a una mujer que, entre otros muchos reconocimientos, a pesar de su juventud ?37 años?, es premio Princesa de Asturias de la Concordia 2014.

Su nombre es Caddy Adzuba, nacida en la República Democrática del Congo. Una mujer que ha renunciado a vivir cómodamente en Europa, a trabajar desde un despacho de Naciones Unidas, porque entiende que a pesar de estar amenazada de muerte tiene que estar donde más la necesitan, al lado de su pueblo, alzando la voz y luchando por los derechos humanos, sobre todo por el de las mujeres que sufren abusos en territorios bélicos.

El caso de Caddy Adzuba es el de una mujer que ha entendido mejor que nadie eso de que quien puede alzar la voz y hacer algo, tiene el deber moral de hacerlo.

Se licenció en Derecho en la Universidad de su país, si bien actualmente trabaja como periodista en una emisora de radio nacional, desde donde alza su voz a pesar de los dos intentos de asesinato que ha sufrido desde que denunció la violencia sexual que sufren las mujeres en la República Democrática del Congo, un país que está en guerra desde 1996.

Caddy ha llevado a la Corte Internacional de Justicia y al Senado de Estados Unidos sus denuncias, tratando de luchar contra los 40 casos diarios de violaciones y maltratos sexuales que se estiman se producen en su país desde que empezó el conflicto, unas 500.000 mujeres y niñas. Porque si en cualquier lugar del mundo, la violencia sexual es algo atroz que hay que denunciar y combatir, en países como la RDC, aún más. Y es que una mujer que ha sido violada no solo tiene la secuela de la violación, sino que sufre repudio, marginación social y enormes dificultades para poder salir adelante ella y su hijo.

Les animo a que dediquen 9 minutos a escuchar el discurso de Caddy al recoger su premio, sin duda entenderán aún más su lucha. Les trascribo, no obstante, alguna de sus frases, que sintetizan el horror por el que ella lucha a diario: «...Hoy la mujer congoleña, víctima de los conflictos armados, violentada y violada, ha perdido toda su dignidad y vive en la deshonra. Ella, cuyos órganos genitales han sido sometidos a los ultrajes más viles, condenada a la esclavitud sexual, y rechazada por su propia comunidad, lleva 18 años sufriendo, 18 años de tortura, 18 años de destrucción, 18 años de huida errante y desplazamiento, 18 años de pobreza extrema. Los niños nacidos de esta atrocidad, que es la esclavitud sexual en tiempos de guerra, son a su vez víctimas de violaciones cuando son niñas, y reclutados a la fuerza en las bandas armadas cuando son niños. Un círculo vicioso de sufrimiento y desolación que pone directamente en peligro el futuro de la nación congoleña, a causa de los miles de niños sin educación y traumatizados por los horrores de la guerra...»

Supongo que en este momento, quienes estén leyendo mis palabras, o más bien, las palabras de Caddy, estarán sintiendo un estremecimiento en el estómago y en el corazón. Siento provocarles estos sentimientos, pero no quiero dejar de compartir con ustedes el caso excepcional de mujeres luchadoras que ponen su vida en peligro cada día por tratar de cambiar el mundo.

Mi más humilde reconocimiento a esta MujerQueTransforma desde nuestra jaula de oro.

Mónica Guardado es Directora General de Afi Escuela de Finanzas