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Un país donde «bitcoin» resulta útil

Abril de 2018 «En Venezuela, con una hiperinflación superior al 2.000% en 2017, «bitcoin» se está empleando cada vez más.»

Las criptomonedas digitales son una innovación interesante desde distintos puntos de vista. Desgraciadamente, aún no hemos dado con la fórmula para erigir esta innovación en algo de utilidad general en la economía como medio de pago, e incluso algún día como unidad de cuenta y depósito de valor. La fiebre especulativa de los últimos meses ha chocado contra una realidad en la que la estructura y la profundidad de los mercados de criptomonedas no funcionan eficientemente dada la escasa información sobre los determinantes de su valor. Además, se han producido errores graves de seguridad en las transacciones en unas plataformas digitales que decían estar diseñadas a prueba de bomba. A todos estos problemas se añaden ahora las advertencias y las nuevas regulaciones impuestas por las autoridades fiscales y monetarias en las más importantes economías del mundo.

Pese a todos estos problemas, no cabe duda de que en el futuro las criptomonedas digitales están llamadas a jugar un papel relevante. La competición que existe en la actualidad entre distintas criptomonedas y plataformas puede contribuir a un proceso de selección de la versión más apta. Pero, sin duda, los Gobiernos y los reguladores tendrán que intervenir decisivamente para poner orden en un mercado en el que se hacen y deshacen fortunas a una velocidad de vértigo, signo por otra parte de que no conviene apostar de momento por una economía digitalizada en lo monetario hasta que se logre reducir la volatilidad, aumentar la transparencia y garantizar la estabilidad del sistema.

A estas alturas en el desarrollo de las criptomonedas resulta curioso constatar que uno de los países donde la gente encuentra aplicaciones prácticas para el uso de bitcoin es Venezuela. Se trata de un país donde no se puede confiar ni en el Gobierno ni en los bancos, y mucho menos en la moneda de curso legal. Con una hiperinflación superior al 2.000 por ciento durante 2017, el bolívar es una moneda que puede valer para realizar pagos y cobros, pero no como depósito de valor. Sorprendentemente, bitcoin se está empleando cada vez más en Venezuela como fuente de ingresos y como depósito de valor.

La minería de bitcoin, es decir, la resolución de los algoritmos que permiten acuñar una cantidad de nueva circulación de esta criptomoneda, puede reportar al minero unos beneficios de hasta 600 dólares norteamericanos al mes por cada computadora personal dedicada a este fin. Esa cantidad es, en la Venezuela actual, muy importante. Es por ello que la prensa se ha venido haciendo eco de una incipiente industria de la minería de bitcoin en Venezuela, hasta que el Presidente Maduro inició a finales de 2017 una campaña de represión a la vez que lanzó su propia moneda digital, denominada petro, en una artimaña para conseguir ingresos y evadir las sanciones norteamericanas.

Como depósito de valor, bitcoin no parece ser una moneda muy atractiva, dada su volatilidad. Pero en el mundo de la economía y del dinero todo es relativo. Venezuela es un país caracterizado por una volatilidad e inestabilidad extremas, sobre todo en lo monetario. Muchos venezolanos están empleando aplicaciones móviles como localbitcoins.com para cambiar bitcoins por bolívares justo antes de realizar un pago o convertir bolívares en bitcoins justo después de recibir un cobro. A partir de ahí también se pueden convertir los bitcoins en dólares. Evidentemente, se trata de un fenómeno que no va a mejorar sustancialmente la precaria situación de la economía venezolana, pero resulta curioso constatar que la instantaneidad y la libertad características de las transacciones de bitcoin pueden ser útiles en contextos como el venezolano, a pesar de los tantos problemas que presenta la criptomoneda

Mauro F. Guillén es director del Lauder Institute y catedrático de Dirección Internacional de la Empresa en la Wharton School, así como miembro del Consejo Académico de Afi Escuela de Finanzas